martes, 10 de julio de 2012

LA BIBLIOTECA DE SIBILA.



LIBRO III: EL ESPEJO VACÍO: EXPERIENCIAS EN UN MONASTERIO ZEN.
Bien, de nuevo nos encontramos en el interesante y actual blog de Maribel, en el portal virtual de “Crecimiento activo”. Hoy intentaré hablar de este libro que he elegido para hacer un comentario sobre el  mismo  y siempre, desde mi punto de vista, es decir, respetando todas las ideas existentes, sean las que sean,  sobre el zen y sus enseñanzas. Este libro constituye el tercero frente a los precedentes.
Con el objetivo de hacer más asequible los datos ofrecidos se elaborará el presente trabajo dividido en dos  partes o secciones. Esto se hace así, simplemente,  para hacer más llevadera y relajada su lectura por lo candente  y difícil del tema u objeto de estudio que nos ocupa.
Un primer esquema general para su estudio presenta todo el material distribuido doblemente:
Primera parte:   Repaso de los libros anteriores e introducción al zen.
Segunda parte:  El espejo vacío: Experiencias en un monasterio zen.
En la primera parte, el objetivo es doble: por una parte, efectuar un repaso para intentar hacer de esta pestaña de “La biblioteca de Sibila” una estructura viva, algo así como una evaluación continua; por otra parte, debido a lo difícil y fascinante que supone al mismo tiempo  acercarse al estudio del zen, considero necesario hacer una introducción previa al comentario del libro y desde el punto de vista del conocimiento situado.
Este modo de proceder de efectuar un comentario introductorio responde al deber y necesidad de ofrecer a los lectores del blog una interpretación inicial como es debido, es decir, no tanto desde mi punto de vista sobre el citado libro sino, más bien, desde todo lo que yo conozco  a acerca de este apasionante mundo del zen. 
El motivo de esta iniciativa personal es doble: por una parte, intentar acometer su estudio, eminentemente, desde un punto de vista objetivo; y por otra parte, situar a los lectores profanos e interesados sobre el tema en antecedentes (esa referida introducción) para que así, su acercamiento al mismo ya no resulte tan vacío y extraño ante lo chocante de algunos de sus planteamientos.
En la segunda parte se procederá a la realización de un análisis del libro elegido sobre el zen desde mi propia visión o interpretación.
PIMERA PARTE: REPASO DE LOS LIBROS ANTERIORES  E INTRODUCCIÓN AL ZEN.
El esquema para su estudio se distribuye del modo siguiente:
1  Repaso de los libros anteriores.
1.1  Libro I: Dos mejor que uno.  
1.2  Libro II: Todo cuanto necesitas está en ti.    
Introducción al zen.
1  REPASO DE LOS LIBROS ANTERIORES.
1.1 LIBRO I: DOS MEJOR QUE UNO.
Cuando en el segundo epígrafe de este libro introductorio se aludía en su día a la nueva era entrante, en rigor, me estaba refiriendo al nuevo eón emergente para  la Humanidad: la era de Acuario, es decir, unos nuevos tiempos que se vislumbran de naturaleza psicoespiritual para la especie humana. Se entiende filogenéticamente o antropológicamente hablando.
1.2 LIBRO II: TODO CUANTO NECESITAS ESTÁ EN TÍ.
De modo paralelo y posteriormente a su aparición en “Crecimiento activo” se tuvo en su momento pertinente un insight a cerca del significado del libro, de lo que trataba realmente de expresar, y rezaba  así: “Todo cuanto necesitas está en ti” expresa -en sentido laxo- un paradigma, así de claro. En este caso concreto, sí que estoy hablando desde mi propio punto de vista, es decir, es una forma de expresión, me refiero a un modelo explicativo del mundo y no propiamente a una teoría o paradigma científico. Esto ha de dejarse muy claro por escrito por lo que realmente trato de decir y subyace a mi planteamiento.     
    
2  INTRODUCCIÓN AL ZEN.
Intentar definir el zen es como intentar resolver  una de sus herramientas fundamentales o indicadores de algunas de sus escuelas: el koan. Este indicador es típico, por ejemplo, de la secta Rinzai, a diferencia por ejemplo de la Soto-Zen, que, casi no utiliza el koan.
Un koan es, desde mi punto de vista, una pregunta sin respuesta (o más bien, la hay pero, tiene que resolverla cada uno por sí mismo, es decir, por una visión intuitiva o por cualquier otro mecanismo perteneciente a la no cultura), ya que, en rigor, el zen, como puede empezar a vislumbrarse es un mundo en sí mismo (un mundo aparte, entiéndase).
Para ilustrar mi argumento expongo el siguiente ejemplo. Según el planteamiento de L. Hisey un koan es “una confusión o problema al que no puede haber respuesta; propuesta por el Maestro para confundir al estudiante”.
Un koan habitual reza: El maestro Sekiso dijo: Estás en la punta de un poste de treinta metros: ¿cómo avanzar?
El zen es una  voz japonesa; en chino, ch’ an; en sánscrito, dhyana; “meditación”. Es una religión (si entendemos al zen como una reacción vital del hombre frente a todo aquello que considera de grave y ulterior transcendencia - esto es necesario aclararlo así-).  Nace del budismo Mahayana que se formó en China en el S. VI bajo el nombre de Chan y que floreció en Japón en el S. XII como Zen; nomenclatura ésta que está más extendida.
Cualquiera que haya leído a fondo libros por ejemplo sobre el camino del zen (tarea nada fácil) sabe perfectamente que, cuantas menos palabras utilice  en mi discurso más claramente expresaré lo que es el zen.  Aún así, es menester ofrecer a continuación una serie de pinceladas fundamentales para ubicarlo tal como es, o al menos para intentar acceder de modo firme y serio a su inicial estudio (siempre hablo y me expreso por mi propia verdad al respecto, esto ha de quedar claro), a saber: 
-El zen es una liberación de la convención, es decir, no es un paradigma. Es algo que sabe más de lo concreto que de lo abstracto. Sabe mucho de observar, de estar atento, calmo, quieto, indiferente (no esa actitud anodina sino, más bien, de ecuanimidad, de no juzgar), etc. Por tanto, como “método” de desarrollo de la atención concentrada y de la voluntad es algo fabuloso.
-Tampoco es una filosofía  (académica o de universidad) en el sentido de algo que se pueda expresar como perteneciente a un paradigma del conocimiento que permita expresar su desarrollo y descubrimientos dentro de unos cánones. Sí lo es si etiquetamos “filosofía de vida” o “actitud ante la vida”. Más bien, por lo que yo sé y he estudiado, el zen es un camino de liberación.
-No contempla la visión de un dios personal que nos transcienda, como sí ocurre por ejemplo en el cristianismo a través del misterio de la Encarnación y en el que es clave el concepto de la  Trinidad. De hecho,  a este respecto, al final del camino del zen (o del camino de la tierra pura que,  argumenta, por ejemplo, Yves Raguin), tan solo nos encontramos -según el zen-  con la nada. Este citado autor de vertiente occidental, va todavía más al fondo de la cuestión y allende  esa nada plantea la existencia de un  gran abismo que nos separa de la otra orilla: donde lo que hay al otro lado no es Dios, sino el Absoluto con el que se identifica el Nirvana. A este respecto habría mucho que dilucidar sobre este estado de perfección celestial o nirvana y traer a colación argumentos opuestos, como,  por ejemplo, el planteamiento de Seth cuando expone -oximorónicamente hablando- que: “No sois parte de un nirvana ni nunca lo seréis”. Pero no nos enfrasquemos en una logomaquia y vayamos a lo nuestro.
-En este orden de cosas, merece la pena profundizar y estudiar comparativamente el budismo zen con el taoísmo y con el cristianismo (por sus similitudes y diferencias existentes); ardua y estoica tarea, todo ha de decirse, sobre todo, debido nuestro condicionamiento cultural (hábitos culturales). De hecho,  A. Watts en su libro sobre el camino del zen llega a plantear  este argumento de modo similar cuando habla de la naturaleza de nuestra mente ego o cultural: “ …tan acostumbrada está la mente occidental a describir y formular en palabras y símbolos mentales la convención cultural”.  En este sentido, me refiero a los símbolos conocidos y arquetípicos, petrificados y fosilizados del último milenio; no a lo nuevos y emergentes  con los que el ser humano debe comportarse como un “testigo modesto transformado”  de la no-cultura; acepción ésta con que se etiquetaría correctamente en términos del zen, es decir, lo que está fuera del mundo conocido, de la cultura, de los límites establecidos. Pero por sobre todo, no nos liemos en estos mundos discutibles y condensables y retomemos el zen para intentar aquilatar este apartado con algunas que otras pinceladas.
-En todo este panorama, paradójicamente, en otra de sus obras  (“Reflejos en la nada”) el autor del libro propiamente dicho y del que se  trata específicamente en la segunda parte (El espejo vacío: Experiencias en un monasterio zen”), Janwillem Van de Wetering, especificará que esa  nada mencionada anteriormente no es una nada vacía: “Aquella Nada que, en realidad, no está vacía” (ibíd. p.15).  Esto, que en esencia parece un comentario vacío, sin embargo, merece la pena reflexionar sobre ello y volveremos sobre el asunto en la segunda parte, en concreto en el apartado 2.4 o consideraciones y en el  apartado 2.5 o conclusiones.
-En todo este orden de cosas, el zen es una escuela de aprendizaje continuo y predica sobre la libertad de la persona. Sin embargo, considera que hay momentos  críticos en  la vida de un hombre en los cuales, aunque él crea que escoge, en realidad hace lo que tiene que hacer. Es decir, paradójicamente, viene a plantear que, en el proceso de toma de decisiones fundamentales en la vida humana hay elecciones que no se pueden evitar. Esto ha de leerse en sentido amplio y respetando la libertad personal y las creencias de todos los lectores.
-Finalmente, al ir avanzando progresiva y paulatinamente en el camino del zen, puede llegar un momento en la vida de un hombre que alcance un visión completa de la realidad y entonces pueda llegar a percibir que, “koan y zen es lo mismo”.  Piénsese  sobre ello.  
Muchas gracias.
Sibila,
Crecimiento activo, 07 de julio de 2012

2 comentarios:

  1. yo me siento como un koan ,soy un paradigma y a la vez soy mi solución........
    soy finito e infinito,soy parte de un todo y todo es un poco yo.
    GRACIAS

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